Esa misma ternura que brindan los padres a sus hijos -fina
sensibilidad que acompaña a su amor cuando los alimentan, los educan y les
enseñan a vivir dignamente. La que ofrece el maestro hacia el ser humano, que
hace pensar en la concepción que tiene de sus alumnos como seres que piensan,
sienten y actúan. La que acompaña la formación de cada niño y joven para que se
abra paso en la vida y él mismo logre alcanzar el lugar que le corresponde en
la sociedad. La ternura que el Che nos expresó que no perdiéramos jamás. La que
marcha junto a la lucha contra todo lo que pueda oponerse a estos objetivos y
que facilita la exigencia, el esfuerzo, la alegría y el convencimiento del
deber social.
En la actualidad muchos son los autores que de una forma u
otra analizan, desde diversos puntos de vista, la problemática relacionada con
la ternura. Entre ellos se encuentra el autor colombiano Luis Carlos Restrepo quien escribió el libro El derecho a la
ternura, en el que expresa que esta no pertenece por derecho propio al rostro
cachetón y sonrojado de la infancia, ni tampoco al de la madre Abnegada y
bondadosa. El autor propone acabar con los dictados de nuestra cultura que prohíben
a los hombres abrirse al lenguaje de la sensibilidad.
Rescata la ternura y la afectividad como claves no sólo para
la vida cotidiana. Expresa que un pretendido rigor científico las excluyó de
las escuelas y el mundo académico, y plantea que si algo está democráticamente
distribuido en la sociedad contemporánea es precisamente el analfabetismo
afectivo y convoca a decir no a la violencia cotidiana y apostar a la ternura.
Todos conocemos que en la obra martiana podemos encontrar una
riqueza extraordinaria acerca de la educación, la enseñanza y cómo proyectarse
en la formación de nuestros niños y jóvenes.
Como resultado de su sistematización hemos valorado un grupo
de postulados importantes, de los cuales tomamos seis que también sustentan la
presente alternativa educativa:
* Los niños saben más de lo que parece.
* Lo que importa es que el niño quiera saber.
* ...No se sabe bien sino lo que se descubre.
* Que los niños no vean, no toquen, no piensen en nada que
no sepan expresar.
* La mente es como las ruedas de los carros, y como la
palabra: se enciende con el ejercicio.
* Que la escuela sea sabrosa y útil.
Todos los elementos explicados, combinan dos
con un enfoque optimista que renueve la labor educativa, a ver a la pedagogía desde otra perspectiva: la perspectiva de la ternura.
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